ROBERT HARE
Robert Hare
Nacimiento: 17 de enero de 1781 en Pennsilvania, Filladelfia.
Muerte: 15 de mayo de 1858.
Nacionalidad: Norte Americano
Científico norteamericano
del siglo XIX, físico y químico de gran renombre, fue él primer hombre de
ciencia en los Estados Unidos que se dedicó a la investigación experimental de
los fenómenos mediúmnicos y a la defensa y propagación de las ideas espiritistas.
Nació el 17 de enero de 1781 en Pennsilvania, Filladelfia, ciudad que,
entonces, era la capital del país. Hijo de Robert Haré, y de Margaret Willing,
inmigrantes ingleses dedicados al comercio y a industria. Recibió una esmerada
educación en el propio hogar y luego en los mejores institutos de la ciudad. En
1801, cuando aun no contaba con veinte años, envió una comunicación a la
Sociedad Química de Filadelfia, de la cual era miembro, participando la
invención del soplete oxhídrico, un aparato para producir y proyectar una
llama, y que se convertiría en un recurso indispensable en la industria y en
los laboratorios. Vendrían después otros inventos que lo consagrarían entre los
científicos de mayor prestigio. Perfeccionó varios tipos de pilas voltaicas, las
cuales asociadas en serie generaban altas corrientes; creó también el
calorimotor, aparato eléctrico calefactor; construyó el primer horno eléctrico;
y descubrió diversas reacciones químicas y sus múltiples aplicaciones
tecnológicas. Desde 1818 pasó a dirigir la Cátedra de Química de la famosa
Universidad de Pensilvania, donde se destacó por su notable sentido pedagógico,
pues consideraba indispensable que todo conocimiento teórico que fuese
impartido debería ser acompañado por su respectiva demostración experimental.
Recibió el título de Doctor Honoris Causa por las Universidades de Vale y
Harvard. En 1839 la "American Academy of Arts and Sciences", le
brindó un significativo homenaje y le concedió la prestigiosa Medalla Rumford,
"por sus relevantes trabajos en pro de la Ciencia". Pasan de 150 los
trabajos que Haré publicó, contando sus libros y las memorias científicas, todo
lo cual, dice claramente del curriculum que le distinguió, de su capacidad como
investigador, experimentador y académico. En 1847, con 66 años de edad se
jubiló del cargo de profesor universitario y ofreció su valiosa colección de
aparatos de física y química al "Smithsonian Instituí". Al año
siguiente, esta famosa corporación científica le designó como socio honorario.
Allí concluiría, lo que podría considerarse la primera etapa en la vida de este
notable hombre de ciencia, y se abriría un camino, en el cual también
investigaría y experimentaría con igual vigor, pero en otra dirección. Las
insólitas manifestaciones que se habían desencadenado en 1848, en la pequeña
población de Hydesviíle, en el estado de Nueva York, protagonizadas por las
hermanas Fox, habían generado un vasto movimiento de opinión en torno a las
manifestaciones de los espíritus, con la aprobación de unos y la condena de
otros. Hombres respetables como el magistrado de la Corte Suprema de Nueva
York, John Edmonds, el gobernador de Wisconsin Nathaniel Tallmadge, el profesor
universitario James Mapes, estaban proclamando su adhesión al naciente
movimiento conocido como Esplritualismo Moderno. Y a Robert Haré, formado en la
más rigurosa ciencia de su tiempo y escéptico por naturaleza, le pareció
inconcebible la actitud de aquellos hombres cultos y destacados en la sociedad,
y publicó en 1853 un artículo con una fuerte crítica contra lo que consideraba
una nueva superstición, y que fue publicado en diarios de Filadelfia y otras
ciudades. Decía: "Me siento obligado, por un deber para con mi prójimo, a
empeñar toda mi influencia en el sentido de detener la corriente de locura
popular que, desafiando la Ciencia y la Razón, se pronuncia favorablemente a
ese grosero embuste que es el Espiritismo". Comenzó, entonces, a realizar
sesiones experimentales con diversos médiums, a los cuales sometía a los más
rigurosos controles. Ante los primeros fenómenos que observó, consistentes en
movimientos de mesas y otros objetos sin contacto físico así como los raps o
golpes en las paredes-, consideró que podían ser explicados por la hipótesis
del físico inglés Michael Faraday según la cual tales eventos se deberían a
movimientos musculares imperceptibles conducidos por una acción inconsciente.
Pero, poco a poco, se fue encontrando con manifestaciones mediúmnicas más
complejas, de carácter físico e inteligente, que resistían con éxito las pruebas
y los diseños más ingeniosos. Luego de dos años de intenso trabajo, el
escepticismo de Robert Haré fue vencido por la evidencia de los hechos, los
cuales demostraban que los médiums eran los intermediarios que facilitaban con
sus aptitudes la intervención de seres inteligentes extrafísicos, es decir, los
espíritus. A finales de 1855, publicó sus estudios y sus conclusiones en una
obra voluminosa, que superaba las 400 páginas, con ilustraciones de todos sus
trabajos, titulada: Investigación Experimental de las Manifestaciones de los
Espíritus. Demostración de la existencia de los Espíritus y su Comunión con los
Mortales. El libro alcanzó un gran éxito, tanto por su contenido como por la
reputación científica del autor y sus previas declaraciones en contra del
Espiritismo. Comentando los ingeniosos procedimientos de Haré en las sesiones
mediúmnicas y la importancia de ese libro, dice Gabriel Delanne, en "El
Fenómeno Espírita": "Aquí ya no se trata de algunas oscuras
adolescentes o de charlatanes explotando la buena fe pública, se trata de la
propia ciencia oficial que se pronuncia por boca de uno de sus más autorizados
miembros". Pero, una vez más, con Haré se repetiría la historia: cuando un
investigador serio y objetivo se decide a estudiar de manera sistemática y
organizada los hechos del Espiritismo, concluye reconociendo su veracidad. Y
también se repite la historia, cuando ese científico, honrando su compromiso
con la verdad, da a conocer sus conclusiones, y pasa a sufrir las
descalificaciones de sus colegas. Cuando Haré propuso discutir el tema en las
Universidades en donde había sido reconocido durante tantos como profesor
emérito, se opusieron, a priori, a que se realizase cualquier evaluación de sus
estudios y fue descalificado y repudiado, exactamente en la misma forma que le
ocurrió a Crookes, a Wallace, a Zóllner, y a tantos otros eminentes científicos
que proclamaron su identificación con el Espiritismo y que pagaron un alto
precio por defender la verdad y enfrentar los dogmas y los prejuicios que
pontifican en los medios académicos, culturales y religiosos de nuestras
sociedades. Robert Haré, desencarnó en su ciudad natal, el 15 de mayo de 1858.
El Espiritismo le reconoce entre sus más notables y valientes pioneros.