RICARDO BARTOLOMÉ


RICARDO BARTOLOMÉ

Nacimiento: 24 de junio de 1895, en Yaritagua, Estado Yaracuy (Venezuela).

Muerte: 4 de abril de 1957.

Nacionalidad: Venezolano

Por más de 25 años brilló en el movimiento espirita venezolano e in­ternacional el nombre de Ricardo Bartolomé, reco­nocido y admirado como uno de los más conspi­cuos representantes.
Nació en Yaritagua, población del centro-occidente venezolano, per­teneciente al estado Yaracuy, el 24 de junio de 1895. Su padre, Ricardo Bartolomé, fue un emi­grante español, oriundo de la provincia de Burgos, y su madre, Leocricia Villegas, hija de españo­les. Cursó estudios secun­darios en el Colegio Fede­ral de Yaritagua, y por motivos de enfermedad no pudo proseguir con los estudios universitarios.
Desde su juventud mostró una clara tenden­cia hacia el mundo de las letras, y escribió hermosas páginas en pro­sa y en verso. En 1 920 se trasla­da a vivir en México, y se estable­ce durante ocho años en Tuxpán, población turística situada a ori­llas del Golfo de México. Allí enta­bla relación con intelectuales y personas amantes de la más di­versas expresiones culturales y sociales. Uno de ellos, el venezo­lano José Landaeta, exiliado de la dictadura de Juan Vicente Gómez, es quien le pone en contacto con las ideas espiritistas, y le facilita obras de Allan Kardec y León Denis, que de inmediato le cauti­van y que van a marcar definitiva­mente el rumbo de su vida.
Regresa a Venezuela en 1 928 y se residencia en Barquisimeto, la capital del Estado Lara, distante apenas 30 Km., de su natal Yaritagua. En esta importante ciu­dad donde Bartolomé alcanzará renombre por su apasionado es­fuerzo a favor de la divulgación de la doctrina espiritista, y alcan­za reconocimiento y admiración por sus dotes de hombre culto, estu­dioso, de hondas raíces éticas; conferencista de verbo convin­cente, polemista de fuste, brillante escritor y pensador de altos vue­los.
En 1931, Bartolomé, acompa­ñado de un grupo de estudiosos del Espiritismo, funda el Centro León Denis, y al poco tiempo, co­mienza la publicación de la revista Evolución, su órgano oficial. La tarea cumplida por ese Centro de estudios y por la revista, fue real­mente inmensa, y le dio a la idea espírita un impulso extraordinario, cuyos efectos benéficos aun se registran en esa región. Mediante conferencias públicas, estudios mediúmnicos, distribución de libros espíritas de las diversas editoria­les de habla hispana, y la circula­ción masiva de Evolución, las ideas espiritistas alcanzaron un punto muy alto y atrajeron la atención de personas representativas de las más diversas ideo­logías.
Por vía mediúmnica, con el concurso del sensitivo Jesús María Arroyo (Abel Daniló) se recibieron en el Centro León Denis mensa­jes de alta factura, que die­ron origen a varios libros: El Telescopio de Heliósophos, La Atlántida, La vida de Hermes Trismegisto dictada por él mismo, La Exteriopsiquis. Entida­des espirituales que allí se manifestaban propusieron sustituir el nombre Espiritis­mo por el de Heliosophía, en vista del abuso en que suelen incurrir los más pin­torescos practicantes de cultos supersticiosos al presentarse como "espiri­tistas" provocando así cier­to rechazo social a la doc­trina Kardeciana. Bartolomé viajó a Barcelona, España, para asistir al Congreso Internacional Espiritista que allí se celebró en octubre de 1934, para proponer esa modificación, la cual no tuvo acogida en la mayoría de los dele­gados.
Como era de esperarse, el cle­ro católico reaccionó molesto ante el interés y simpatía que suscita­ba la filosofía espírita, y comen­zaron las campañas agresivas y difamatorias. En 1932, se encar­ga de la Diócesis de Barquisimeto, el obispo Enrique María Dubuc, y en abril de ese año, el ilustre pre­lado invita a la feligresía a una con­ferencia pública titulada: "El Espi­ritismo ante la ciencia", en la cual enfrentará los conceptos espiri­tistas. Bartolomé y varios de sus compañeros acuden a escuchar al orador sagrado, y pocos días después, aparece en Evolución, calzado con la firma de "Adán Isola", seudónimo que solía em­plear Bartolomé, una brillante réplica que dejará muy en alto los principios del Espiritismo frente a los dogmas católicos.
Será esa la primera de una serie de controversias públicas entre ellos. En 1 933, debido a otra respuesta de Bartolomé a Dubuc, publicada en Evolución, bajo el tí­tulo de "¿ Quiénes son los lobos?" en alusión a una conferencia del obispo en la cual había llamado "lo­bos" a los espiritistas, es llevado a prisión el digno defensor de la causa espírita, por órdenes de Eustoquio Gómez, hermano del dictador y, a la sazón, presidente del Estado Lara. Varias detencio­nes sufrió Bartolomé por su acti­vidad espírita y también por sus convicciones sociales progresis­tas y su amor a la libertad.
Pero la ley del progreso espiri­tual es indetenible, y los sólidos argumentos del Espiritismo, lleva­ron a un hombre inteligente, abier­to y bondadoso como lo fue Mon­señor Enrique María Dubuc a es­tudiar en profundidad las obras espíritas y a participar en sesio­nes mediúmnicas con el propósito de verificar por si mismo el proce­so de comunicación de los espíri­tus, y finalmente, a declarar su aceptación de las tesis y explica­ciones espiritistas. Y, en un gesto muy valiente, el obispo Dubuc publica un artículo en el diario "El Nacional de Caracas, el día 31 de octubre de 1961, titulado: "¿Que es el Espiritismo'" en el cual re­vela sus convicciones. Ese sea posiblemente, el momento estelar del Espiritismo en Venezuela, y se debe, en gran medida a la pluma y el verbo convincentes de Ricardo Bartolomé, quien, infelizmente no pudo disfrutar, encarnado, ese triunfo, pues había fallecido cua­tro años antes, el 4 de abril de 1957.