JOHANN K.F. ZÓLLNER


Johann K.F. Zóllner

Nacimiento: 8 de noviembre de 1834, en Berlín (Alemania)

Muerte: 26 de abril oe 1882.

Nacionalidad: Aleman

Físico y astrónomo alemán, nacido en Berlín el 8 de no­viembre de 1834. Su dedica­ción en esas disciplinas faci­litó su ingreso desde joven como catedrático de la Univer­sidad de Leipzig y que fuese invitado a formar parte de di­versas corporaciones científi­cas europeas. Miembro de la Real Sociedad Germana de Ciencia, miembro correspon­diente de la Real Sociedad de Astronomía de Londres y de la Academia de Ciencias Físi­cas y Naturales de Moscú. Entre sus libros científicos de mayor renombre se encuen­tran: La naturaleza de los co­metas y La naturaleza de los cuerpos celestes, así como varias monografías que infor­maban de sus investigacio­nes fotométricas y espectros-cópicas.
Desde 1877 se interesó en el estudio de la filosofía espi­ritista y muy específicamente en todo lo relacionado con las manifestaciones mediúmnicas. En diciembre de ese año, comenzó un trabajo ex­perimental con el médium norteamericano Henry Slade que se prolongó por dos años y que abarcó más de cuaren­ta sesiones bajo estricto con­trol de laboratorio, y en las cua­les se produjeron materializa­ciones, movimientos de obje­tos a distancia, aportes y es­crituras directas.
A Zóllner le llamó mucho la atención que en ciertos casos aparecían nudos en tiras de cuero cuyos extremos habían sido sellados previamente, y a partir de ahí propuso una teoría que lo haría ampliamen­te conocido en el campo parapsicológico y espírita, en la cual postula la existencia de una cuarta dimensión, de naturaleza extrafísica, un hiperespacio tetradimensional desde el cual sus habitantes, o sea los espíritus desen­carnados podrían producir los más diversos efectos telecinéticos.
En su libro Física Trascen­dental, editado en octubre de 1879, relata con detalles to­dos los experimentos que le llevaron a la convicción de la existencia de un mundo espi­ritual, hiperfísico en continua interacción con el mundo cor­poral:
"Ya tuve oportunidad de dis­cutir algunos fenómenos físi­cos que deben ser posibles a seres de un espacio de cua­tro dimensiones, una vez que, bajo ciertas circunstancias, estén habilitados a reproducir­los de modo visible en el mun­do material de tres dimensio­nes. Ya discutí, en forma am­plia, el nudo en una cuerda sin puntas, para llegar a la deducción precedente. Si una cuerda tuviese sus extremida­des atadas y lacradas, un ser inteligente, teniendo el poder, por voluntad, de producir en esa cuerda, curvaturas y mo­vimientos de las cuatro di­mensiones, debe poder, sin deshacer el sello, amarrar uno o más nudos en esa cuerda sin punta.
Esa experiencia fue realiza­da con buen éxito en Leipzig en presencia del médium americano Slade".
Posteriormente investigó a otros médiums famosos en la Europa de su tiempo como Elizabeth D'Esperance y William Eglinton. En todas las sesiones procuraba que es­tuviesen presentes, en cali­dad de testigos, observado­res y controladores, profeso­res universitarios y especialis­tas en diversas áreas científi­cas a quienes les autorizaba a vigilar el desarrollo de las reuniones y evitar así cual­quier posibilidad de fraude. Fue así como los trabajos de Zóllner contaron con el aval de prestigiosos académicos como los conocidos físicos Fechner, Weber, Scheib, Ulrici, Fichte, Wundt.
Tristemente, a pesar de la respetabilidad que Zóllner había obtenido por su talento como científico y docente, y su incuestionable integridad moral, una vez que fueron públicas sus convicciones espiritistas, comenzó una terrible campaña en su contra movida por algunos de sus colegas de orientación materialista. Tanto más crecía su nombre y su prestigio en el campo de las ciencias psíquicas, cuanto más violentas e injustas eran las agresiones y los intentos de ridiculizarle. Se repetía la historia de Williams Crookes, y al igual que éste el sabio alemán se mantuvo firme en sus convicciones hasta el mismo instante de su desencarnación, ocurrida naturalmente el 26 de abril de 1882, a consecuencia de una hemorragia cerebral.
Con toda razón, al dedicar su Física Trascendental a Crookes, expresa Zóllner:
"Con el más alto sentimiento de gratitud y reconocimiento por los servicios que habéis prestado a una nueva ciencia, os ofrezco, respetabilísimo colega, el tercer volumen de mis Tratados Científicos.
Sobre usted, también han sido lanzados ingratitud y ridículo, con la máxima ligereza por los ciegos representantes de la ciencia moderna y por; las multitudes, mal guía por sus enseñanzas.
Aceptad pues la presente obra como señal de agradecimiento y de simpatía, vertidos del corazón honesto de un alemán".