Apóstol del Espiritismo y de la Democracia.
Francisco Indalecio Maderos nació el 30 de octubre de 1873 en Parras de la
Fuente, Coahuila, México, en la residencia de sus padres, Don Francisco
Madero y Doña Mercedes González. Pertenece a esa raza de héroes y
libertadores de América, a la que México, con Juárez, Hidalgo,
Morelos y tantos otros, ha brindado un invalorable aporte.
Descendiente de una rica familia de hacendados, recibió esmerada educación en
colegios de Francia y de Estados Unidos. A los veinte años regresó a su
hogar y se radicó en San Pedro de las Colonias, dedicándose a la
administración de las propiedades de su padre. Se preocupó, como nadie, por
el mejoramiento y superación de los labriegos de sus haciendas,
granjeándose su cariño por el trato bondadoso que les otorgaba. Les pagaba
los mejores sueldos, les daba casas higiénicas, e incluso, con sus conocimientos
de homeopatía y magnetismo, los atendía cuando se enfermaban. Le
secundaba, con igual disposición, su esposa Doña Sara Pérez, con quien había
contraído matrimonio en 1903.
Perseguido por la dictadura de Porfirio Díaz, encarcelado varias veces, dio a
conocer en 1908 su célebre obra "La sucesión presidencial en
1910"en la cual recogía el clamor del pueblo mexicano por el
cese de la tiranía y convocaba al cambio con el lema "sufragio
efectivo y no reelección" que ha perdurado hasta ahora como
emblema del poder político en esa nación. Las elecciones de 1911 le
consagraron como Presidente constitucional para el período 1911-1918. Al
ascender legítimamente a la primera magistratura, Madero promovió una obra
de gran alcance social dentro del pleno respeto a las libertades
democráticas. Desgraciadamente, fue traicionado por el jefe del ejército, general
Victoriano Huerta, y fusilado el 22 de febrero de 1913, junto al
vicepresidente José María Pino Suárez.
Este grande hombre fue espiritista. Y de aquellos que enfrentan
la burla socarrona de los ignorantes y proclaman con orgullo sus ideales
filosóficos. Gracias a sus Memorias sabemos con precisión
como conoció y se adhirió al Espiritismo:
"El acontecimiento que ha tenido más trascendencia en mi vida fue que en
el año de 1891 llegaron a mis manos, algunos números de "La Revue Spirite", de
la cual mi papá era suscriptor; se publica en París desde que la fundó el
inmortal Allan Kardec.
En aquella época, no tenía yo ninguna creencia, así es que no tenía ninguna
idea preconcebida, lo que me puso en condición de juzgar al Espiritismo de
un modo desapasionado e imparcial. Con gran interés leí cuanto número
encontré de "La Revue Spiríte" y luego me dirigí a
las oficinas de la misma publicación que es donde existe la gran librería
espírita. Mi objeto era comprar las obras de Allan Kardec que había
visto recomendadas en la revista. No leí esos libros, sino que los
devoré, pues sus doctrinas tan racionales, tan bellas, tan nuevas, me
sedujeron y, desde entonces, me considero espírita".
A su regreso a México, fundó una sociedad espírita de "Centro
de Estudios Psicológicos" en San Pedro de las Colonias, Se
dedicó al estudio y propagación del Espiritismo e introdujo en esa región
la práctica del "pase magnético" para atender
ciertas afecciones nerviosas o físicas. Y, habiendo desarrollado la
mediumnidad escribiente, sirvió de mediador para la transmisión de
ejemplarizantes comunicaciones de espíritus amigos y orientadores.
A Madero se le debe la primera traducción castellana de la
importante obra de León Denis: Después de la Muerte. Sostuvo el
insigne filósofo francés, continuador de Kardec, un constante intercambio
epistolar. En 1906, participó activamente en el Primer Congreso
Espiritista Mexicano. Allí propuso la creación de una Confederación Espírita
de los países latinoamericanos. En 1908 publica su obra Manual
Espírita, en la cual aborda interesantes asuntos históricos,
doctrinarios y mediúmnicos.
Es necesario reafirmar que su ideario espirita no estaba divorciado
de su quehacer social y político. El Madero espiritista no es
diferente del Madero Presidente. Para él, la doctrina espírita
era no sólo vía para el conocimiento espiritual sino para la acción
social. Como dijo José Natividad Rosales en su hermoso libro Madero
y el Espiritismo: "Lo maravilloso es, que muchas de las
disposiciones que Madero puso en práctica, hayan sido recibidas del más
allá. La revolución nacía en las estrellas, pero se iba a hacer realidad en
el suelo bajo".
Madero ocupa un lugar destacado entre quienes han sabido la historia del
Espiritismo con su propia historia, habiendo enarbolado banderas de amor al
prójimo y progreso social en nombre de los elevados valores del espíritu.