CAMILO FLAMMARIÓN
Camilo Flammarión
Nacimiento: 26 de febrero de 1842. (Francia)
Muerte: 4 de junio de 1925, en Juvissy, cerca de París.
Nacionalidad: Frances
Flammarión fue un hombre cuyas obras llenaron de luces varias décadas
entre los siglos XIX y XX. Como astrónomo adquirió celebridad mundial; su
pluma y su palabra hicieron accesible a todos el conocimiento del cosmos de
acuerdo a las informaciones de la época. Hizo honor por lo tanto, a la
significación galo-romana de su apellido, pues Flammarión se traduce
como «Aquel que lleva la luz».
El «poeta de los cielos» -como le llamó Michelet- nació en
Montigny-Le-Roy, Francia, el día 26 de febrero de 1842 y desencarnó en
Juvissy, cerca de París, el 4 de junio de 1925.
A los veinte años publicó en la capital francesa su primer libro: La
Pluralidad de Mundos Habitados, atrayendo desde ese momento la
atención de los estudiosos. En 1864 fue nombrado redactor científico
del Cosmos, del Magazine Pittoresque y del Siecle. En
1882 fundó la revista mensual L'Astronomie y poco después la Sociedad
Astronómica de Francia. Perteneció a gran número de sociedades científicas
francesas y extranjeras. Estos son los títulos de algunas obras relacionadas
con sus estudios astronómicos y que le convirtieron en el más popular entre
los divulgadores de temas científicos en el mundo: Astronomía popular;
Los mundos reales y los mundos imaginarios; Las maravillas celestes; Historia
del cielo; Estudios y lecturas sobre astronomía; Viajes en globo;
Contemplaciones científicas; Vida de Copérnico; La atmósfera; Pequeña
astronomía descriptiva; Las tierras del cielo; Las estrellas y las curiosidades
del cielo; El mundo antes de la aparición del hombre; Sueños estrellados; El
planeta Marte y sus condiciones de habitabilidad; Iniciación astronómica;
Excursiones al cielo, etc.
Su contacto inicial con el Espiritismo se dio a los 19 años cuando se
encontraba en una librería bajo las galerías del Odeón y conoce El
Libro de los Espíritus, de Alian Kardec. En su obra
autobiográfica Memorias de un Astrónomo cuenta como leyó con
avidez aquel libro y el impacto positivo que le produjo. Al poco tiempo entró
en amistosas relaciones con Kardec y se hizo miembro de la Sociedad Espírita
de París, participando de sus sesiones doctrinarias y mediúmnicas. Allí
demostró poseer una excelente facultad de mediumnidad escribiente y
psicografió numerosos escritos bajo el dictado de los espíritus.
En 1867, a los 25 años, edita su hermoso libro: Dios en la Naturaleza. Ya
entonces decididamente espiritualista, enfrenta con firmeza las tesis
materialistas y ateas difundidas en aquella época por los sabios alemanes,
Buchner, Vogt, Moleschott y por los positivistas franceses Comte y Littre.
Convencido de la conveniencia de someter el estudio de los fenómenos
psíquicos y mediúmnicos a los cánones de la ciencia experimental, participó
activamente en numerosas sesiones experimentales conducidas por reconocidos
espiritistas y metapsiquistas como Richet, De Rochas, Delanne, Fontenay,
Geley, entre otros, y bajo su dirección y control realizó varias reuniones
con Eusapia Paladino pudiendo verificar la autenticidad de los fenómenos de
efectos físicos producidos gracias a la portentosa facultad de la célebre
médium napolitana.
Su convicción en la inmortalidad espiritual, en la reencarnación y en la
comunicación mediúmnica tanto como en la pluralidad de mundos habitados
quedó plasmada en una serie de libros que engalanan la bibliografía espiritista:
La muerte y sus misterios; Lo desconocido y los problemas psíquicos;
Este/a; Urania; Lumen; Las casas encantadas; Telegrafía del pensamiento; Las
fuerzas naturales desconocidas.
Al ocurrir la desencarnación de Kardec en 1869, la Sociedad Espírita de París
le designó para que ofreciera el discurso fúnebre ante la tumba del
Codificador del Espiritismo. En una pieza memorable Flammarión expresó:
«Allan Kardec era lo que yo llamaré simplemente el buen sentido encarnado. Raciocinio
recto y juicioso, aplicada permanentemente a su obra las indicaciones del
sentido común» y apuntó: «El Espiritismo no es una religión sino una
ciencia, de la que apenas conocemos el ABC. El tiempo de los dogmas
terminó. Lo sobrenatural no existe». Por su inteligencia, capacidad,
dedicación y por su posición de alta respetabilidad científica y social,
Camilo Flammarión ocupa con pleno derecho un lugar muy destacado en la galería
de personalidades que han honrado al Espiritismo mundial con su adhesión.