AMALIA DOMINGO SOLER

Amalia Domingo Soler, CIMA Movimiento de Cultura Espírita
Amalia Domingo Soler, CIMA Movimiento de Cultura Espírita

Amalia Domingo Soler 

Nacimiento: 10 de Noviembre de 1835 en la ciudad de Sevilla (España).
Muerte: 29 de abril de 1909 en Barcelona (España).
Nacionalidad: Española 

Libros:

  • Memorias del Padre Ger­mán
  • Te perdono
  • Sus más hermosos escri­tos
  • EI Espiritismo refutando los errores del catolicismo romano
  • Ramos de violetas
  • Hechos que prueban
  • Memorias 


El nombre de AMALIA DO­MINGO SOLER tiene la sig­nificación de una bandera para el Espiritismo en todo el mundo, por haberlo enalte­cido y difundido con admira­ble profundidad y belleza. La modesta hija de Andalucía, de una vida dolorosa que pusiera a prueba el temple de su alma, devolvió con cre­ces esa luz que el Espiritis­mo encendiera en su cere­bro y en su corazón, y venciendo las dificultades mate­riales que halló en su exis­tencia, batalló denodada y noblemente por la causa que significó todo para su espíritu.
Nació en Sevilla el 10 de noviembre de 1835, y ya con escasos diez años manifes­taba sus inquietudes litera­rias escribiendo lindas poe­sías. De origen extremada­mente humilde, trabajó des­de muy niña como costure­ra. Su padre se había mar­chado antes que ella nacie­ra y perdió a su madre, su único familiar, cuando conta­ba veinticinco años. Conoció la Doctrina Espiri­tista, luego de transitar por diversas iglesias católicas y protestantes, en las cuales no encontraba satisfacción para los requerimientos es­pirituales de su alma. Un mé­dico madrileño le obsequió un ejemplar de la revista «El Criterio», órgano divulgativo de la Federación Espírita Española, y a partir de ahí comenzó a experimentar un proceso creciente de simpa­tía e identificación con los postulados espiritistas.
Publicó en 1872 su primer artículo, al que tituló «El Es­piritismo es la Verdad» en las páginas de «El Criterio», dirigido entonces por el prestigioso intelectual español Torres Solanot. En 1876 se residenció en Barcelona, en casa de Don Luis Llach, pre­sidente del Círculo Espírita La Buena Nueva, catalana, donde recibió un amplio apoyo moral y material. El 22 de mayo de 1879 apareció el primer número de su hermo­sa revista «La Luz del Por­venir», la cual fue inmediatamente suspendido por la autoridad civil, sometida a los dictámenes del clero, debido al artículo «La idea de Dios» en donde Amalia refu­taba los conceptos antropomórficos de la religión cris­tiana. La prohibición era por 42 semanas.
Para burlar la censura, co­menzó el mes siguiente a editar otro periódico bajo el nombre «El Eco de la Ver­dad», del cual aparecieron 26 números, hasta que, cumpli­da la inquisitorial condena, reapareció «La Luz del Por­venir», el cual Amalia sostu­vo ininterrumpidamente du­rante veinte años hasta que las dificultades económicas se impusieron.
Realizó una extensa e intensa labor al servicio del ideal espírita, como periodista, escritora y oradora, como activa militante del movimiento espírita organizado, como médium escribiente y directora de sesiones. En varias oportunidades sostuvo encendidas polémicas con sacerdotes católicos y en cada una de ellas defendió victoriosamente con su inspirada pluma, las verdades del Espiritismo.
Probablemente sea ella la escritora espiritista de mayor prestigio. Su vida y obra ha merecido una importante mención en el «Diccionario Universal Espasa» donde se resalta que «la nota 

caracte­rística de sus poesías es la delicadeza y la sensibilidad». Sus libros son ampliamente conocidos y divulgados en Iberoamérica, destacando entre ellos los siguientes tí­tulos:

-«Memorias del Padre Ger­mán»
-»Te perdono»
-»Sus más hermosos escri­tos»
-»EI Espiritismo refutando los errores del catolicismo romano»
-»Ramos de violetas»
-»Hechos que prueban»
-«Memorias».
Esta alma grandiosa desencarnó en Barcelona (España) el 29 de abril de 1909. Solicitó previamente que su sepelio fuese exclu­sivamente civil, sin ritos ni ceremonias y que su cuerpo fuese enterrado en el cemen­terio libre de la ciudad.
El lector de sus libros que­dará cautivado al tomar co­nocimiento de sus elevadas enseñanzas y se identificará con esa tierna y valiente mu­jer, que supo elevarse des­de su condición de anónima costurera andaluza hasta las más altas cumbres del pe­riodismo y las letras españo­las, venciendo el dolor que laceraba su cuerpo, hacien­do de su prosa y de su verso un dulce canto de espirituali­dad.